PRÓLOGO
¿Qué puedes hacer cuando ya no sabes la forma de huir? ¿Y cuando estás tan sumergido en tus pensamientos que no quieres que el mundo que has construido se vaya? ¿Qué piensa una persona cuando está secuestrada?, o una pregunta más difícil aún, ¿qué se le puede pasar por la cabeza a una persona para arrebatarle la libertad a otra?
Capítulo 1:
>John: En su mundo ya no había nada nuevo para mí. Todos sus movimientos estaban controlados. Esa chica estaba sumergida en una rutina intensa, pero, a fin de cuentas, una rutina. Podéis pensar que estoy loco por mantener vigilada a una persona las veinticuatro horas del día. Mucha gente a eso le llamaría acoso. Pero yo lo hacía por algo que sentía; un impulso que no podía controlar. Tenía un presentimiento. Sabía que ella y yo estábamos destinados a acabar juntos. Lo que en realidad no sabía era que las cosas se iban a complicar tanto.
Emma era una chica muy puntual. Odiaba llegar tarde y por ello la tenía más controlada, ya que siempre hacía las cosas a la misma hora. A las ocho salía de casa para ir a trabajar, a las tres volvía para comer en casa y ver como estaba su madre, y a las siete salía con unas amigas para tomar algo y dar un paseo.
Lo bueno de todo esto era que ella me conocía. Era su vecino del piso de enfrente. Había días en los que no cumplía su rutina. Entonces yo bajaba corriendo a la calle justo cuando ella salía de casa, y como un amigo de toda la vida le preguntaba que a donde iba. Lo que ella no sabía era que lo hacía con una segunda intención. No quería que ningún lunático me la arrebatara. Ella era MÍA, y solo mía.
¿Pero dónde está?¡¡Tenía que haber salido con sus amigas hace media hora!!
Capítulo 2:
>Emma: Otra vez llego tarde. Odio llegar tarde. Lo peor de todo es que cuanta más prisa tengo, más me entretienen. Seguro que John sale por el portal cuando yo salga para someterme a un tercer grado. Y no me importaría. Podría perder todo el tiempo del mundo con él. Me gusta mucho aunque apenas sé nada de su vid... ¡Oh, mierda! Había quedado a las siete en punto y ya son y media…
Si no tuviese que cuidar de mi madre todo sería más fácil. Pero me siento muy culpable. Está así por mi culpa. Hace dos años, íbamos en el coche hacia la casa de una amiga. Yo estaba obsesionada con John. Había algo en él que me llamaba la atención. Me pareció verle en la gasolinera. Aparqué el coche, y mientras el dependiente le echaba gasolina, yo fui hacia donde juraría haberle visto. Mi madre decidió quedarse esperando en el coche. Entonces, un borracho entró acelerando en la gasolinera y golpeó de lleno el coche en el que estaba mi madre. Y todo por mi culpa. Lo peor de todo es que en el sitio donde yo creía haber visto a John, no había nadie. Parecía que la gente se hubiese esfumado. A consecuencia del golpe, mi madre se rompió la columna vertebral en dos sitios, lo que la iba a dejar postrada en una cama durante el resto de su vida. Mi otra hermana me ayuda a cuidarla, pero aún así, es una carga muy grande. Y hablando de mi hermana, ¿dónde está? Tenía que haber venido hace media hora…
El estridente ruido del teléfono me devolvió a la realidad, sacándome de mis recuerdos. Era mi hermana. Me dijo que se había retrasado por un pequeño problema con la calefacción, que le quedaba muy poco para llegar a casa y que ya me podía ir. Entonces me puse mi abrigo negro, el gorro y la bufanda y salí de casa.
Capítulo 3:
>John: Ahí estaba. Por fin salía de casa. Qué guapa estaba. Con ese abrigo, ese gorrito y la bufanda a juego. Me puse el abrigo lo más deprisa que en mi vida me había vestido y bajé a carreras. Me la encontré de frente. Pero no se dirigía hacia donde iba habitualmente, venía hacia mí.
>Emma: Sé que era una locura, pero tenía que averiguarlo. Llamé a mis amigas y les dije que no podía salir con ellas, que me había surgido un imprevisto. Entonces me dirigí hacia el portal de John. Tenía muchas ganas de saber cosas de su vida. Entonces, cuando iba hacia allí, salió él. Nos saludamos con un abrazo que me hubiese gustado que no se acabase nunca. Sí, lo reconozco. Estaba loca por él. Y empecé a hacerle cualquier tipo de preguntas que se me ocurrían. Al igual que él hacía conmigo. No sé por qué lo hacía.
>John: Le interesaba mi vida. Estaba demostrado. Me estaba haciendo un montón de preguntas, que yo amablemente respondí. Pero entonces tuve un mal presentimiento. ¿Por qué no había salido con sus amigas? ¿Qué quería saber de mi? Entonces sabía que había llegado el momento de actuar.
>Emma: Mierda, había descubierto que yo estaba por él. Lo supe cuando me preguntó que a ver qué quería saber de él. Entonces me armé de valor y le dije que quería tomar algo con él, que quería conocerle mejor.
>John: No me creí ni una sola palabra. Seguro que no quería nada conmigo, pero tenía que aprovechar el momento. Era mi oportunidad para hacer que fuese mía. Entonces le sugerí que viniese a mi otra casa a las afueras, y tomaríamos algo y tendríamos mucha más intimidad. Sabía de sobra que se iba a negar. Pero para mi sorpresa, dijo que sí con una sonrisa en su preciosa cara y se subió a mi coche.
Capítulo 4:
>Emma: Todavía me pregunto por qué acepté ir a su casa. Sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo. El catarro me iba a matar. Puff, necesitaba un pañuelo y se me habían olvidado. Entonces le pedí uno amablemente. Me dijo que tenía en el maletero. Paró el coche y se bajó. No conseguía verle. Todo estaba ya muy oscuro. Y esa carretera parecía abandonada. No nos habíamos cruzado con ningún coche durante el trayecto. ¿Dónde me había metido?
>John: Sabía que era mi oportunidad. Me bajé del coche y me dirigí al maletero. Cogí un pañuelo y lo empapé de cloroformo. Sabía que si tardaba en volver al coche, ella saldría a buscarme, así que esperé a que el destino siguiese su curso.
>Emma: ¿Pero cuánto tiempo llevaba fuera? Igual le había pasado algo. No conseguía ver nada, así que me bajé del coche. Sentí un ruido. Y después, su dulce voz que me llamaba. Me dijo que le ayudase. Me asusté. ¿Qué le había pasado?
>John: Por su tono de voz se notaba que estaba asustada. Le pedí ayuda, sabía que así se acercaría. La vi aproximarse, reluciente, radiante. Quería darle un abrazo. Y así lo hice.
>Emma: Para mi sorpresa, me abrazó. Le pregunté qué le había pasado. Me dio el pañuelo, y entonces me agarró. Aunque intenté mantenerme despierta no pude, algo me lo impedía. Y me desvanecí.
Capítulo 5:
>John: El cloroformo ya empezaba a hacer efecto. Pero ya la tenía sujeta para que no se cayera. No quería hacerla daño. Sólo utilicé el cloroformo porque pensé que iba a ser más fácil así. Con mucha delicadeza la cogí y la metí en la parte de atrás del coche. Se me pasaron miles de ideas por la cabeza para hacer con ese cuerpo dormido e indefenso. Pero las descarté todas. Ya he dicho que no quería hacerla daño. Sabía que por esa carretera no pasaba ningún coche, y menos desde que habían hecho otra carretera alternativa mejor asfaltada, así que no había peligro de que nadie la viera. Cerré la puerta de atrás y me metí en el coche. Poco después ya estábamos en mi antigua casa abandonada. Salí del coche y me dispuse a cogerla. Abrí la puerta y la cogí entre mis brazos. La llevé al sótano, donde días antes había colocado un colchón para que estuviese cómoda. La tumbé y le até las manos y las piernas. En mi sótano hacía calor, así que decidí quitarle el abrigo. Sus piernas también estaban cubiertas por unas finas medias que también decidí quitarle. Así que la descalcé y poco a poco le fui quitando las medias. Empecé por la pierna derecha. Lo hice con suma delicadeza. Al dejar sus preciosas piernas al descubierto, un embriagador aroma me atrajo, me hizo enloquecer. Le quité también la camiseta y empecé a besarla con una ternura y una pasión infinitas. La deseaba con todas mis fuerzas y sabía que ese era el momento. Por supuesto que sabía que estaba dormida, pero de lo que estaba seguro era que no podía esperar más. ¿Qué más daba? Sabía que si ella hubiese estado despierta, no me hubiese rechazado. O eso creía. Así que empecé a quitarme yo también la ropa y dejé que la naturaleza y mis deseos hacia ella siguiesen su curso. No debía frenar ninguno de mis impulsos.
Capítulo 6:
>Emma: Por fin pude abrir los ojos. Empecé a mirar a mi alrededor. Una tenue luz oscilaba por encima de mí. No reconocía nada de lo que estaba a mi alrededor. Intenté levantarme, pero horrorizada comprobé que estaba atada de pies y manos. Me quedé petrificada al descubrir que estaba desnuda. ¿¿¿Qué había hecho conmigo??? Entonces, no pude evitarlo y un millón de lágrimas saladas empezaron a rodar por mis mejillas. En ese momento entró John por la puerta. Me preguntó que a ver que me pasaba y le grité:
-Estás enfermo, ¿sabes? Te denunciaré y tarde o temprano la policía te cogerá y te pudrirás en la cárcel.
-Pero…yo te quiero… y tú a mi también… - balbuceó.
-Te equivocas. Tú sólo te quieres a ti mismo. Si me quisieras no me harías nada de esto.
>John: Sus palabras me hicieron daño. ¿No lo entendía? Sólo lo había hecho porque la quería. Al verla chillar y gritarme, mi corazón se rompió en trocitos. No me quería, entonces, ¿para qué me servía?
>Emma: ¿Cómo pude estar tan ciega? No me lo iba a perdonar nunca. Odiaba al destino y todo lo que tuviera que ver con él.
>John: Entonces cogí una pistola. Vi su cara de terror. Me tenía pánico. Ya nada importaba. Todo mi mundo se derrumbaba ante mis ojos. Eso me pasaba por haber construido castillos en el aire.
>Emma: Vi la pistola y supe de inmediato que el final estaba cerca. Sabía que iba a morir. Pero para mi sorpresa me soltó los brazos y me pidió que me vistiese, y después se fue.
>John: Había olvidado las balas. Así que le solté las manos y le mandé que se vistiera. Subí corriendo a la habitación en la que las tenía guardadas. Cargué la pistola y entonces un recuerdo se me pasó por la mente horrorizándome. No se3 podía soltar las piernas porque estaba con cadenas y candados, pero un detalle mucho más importante se me había olvidado. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? ¡¡¡¡EL MÓVIL!!!!
Capítulo 7:
>Emma: Era mi oportunidad de huir si no quería morir. Intenté soltarme las piernas, pero era imposible. Busqué algo a mi alrededor que me ayudase a romper el candado. Entonces busqué por mis bolsillos y apareció algo que había olvidado por completo. Mi móvil. Llamé a la policía y entre sollozos les pedí que me ayudasen, que no me quedaba mucho tiempo. Lo peor fue cuando me preguntaron por mi localización. No tenía ni idea de donde estaba. Y se me ocurrió que localizasen la llamada. En ese momento John abrió la puerta enfurecido.
>John: Bajé las escaleras todo lo rápido que pude y al llegar comprobé que me había traicionado. Estaba hablando por teléfono. Me acerqué y le pedí que me diese el móvil a voces. Repito que en ningún momento pretendía hacerla daño. Aunque sin saberlo estaba rompiendo su alma con mi ego. Ya nada importaba.
>Emma: Miró con cara de pena el móvil y lo colgó. Poco después lo apagó. Deseó en voz alta que no hubiesen localizado la llamada, y luego, volvió a sacar la pistola de su bolsillo. Mi hora había llegado. Cerré los ojos y me resigné. Entonces sonó un tiro. Miré mi cuerpo y vi que no había sangre. ¿Qué había pasado? Entonces vi como John se desvanecía, mientras ese líquido rojo que tanto odiaba le empezaba a cubrir el rostro. Grité horrorizada.
>John: Sé que debía perdonarle la vida. Ella no tenía la culpa de nada. Sólo de no sentir lo mismo que yo sentía hacia ella. Sé que hice lo correcto.
EPÍLOGO:
>Emma: Abrí los ojos y un soplo de aire me devolvió a la realidad. Me había desmayado al ver como John se había suicidado. La policía había conseguido localizar la llamada y me sacaron de allí. Después de que el médico les dijese que estaba bien, sólo un poco asustada, me dejaron irme. Entonces sabía a dónde me llevaba el destino. Ahora estaba delante de donde iba a descansar la persona que me “amaba”. Con tristeza lancé una rosa blanca sobre su tumba. En ese momento comprendí que todo el amor que sentíamos, se marchitaría como la rosa, y que acabaría tan muerto como ahora lo estaba John
FIN